Conocida mundialmente por la singularidad de sus vinos, Cafayate llega ahora con novedades para las mesas salteñas: un espumante absolutamente creado en la localidad vallista y una cerveza artesanal: Burbujas de Altura y Ruta 40, respectivamente.

La primera es la creación de una enóloga cafayateña, Tania Höy, que en la Bodega BURBUJAS DE ALTURA sobre Ruta 40, a cinco kilómetros de Cafayate, camino a ANIMANÁ, su familia confluye para lograr el primer espumante hecho absolutamente en Salta. “Se trata de una novedad en la producción, ya que se hace todo el proceso en Cafayate y con una uva símbolo de la región: el Torrontés”, nos dice Tania, que trabajó en Bodegas en Mendoza y en el Valle de Napa, en Estados Unidos.

El método utilizado para el espumante calchaquí es el de “champenoise”, forma tradicional de fabricación de los champagnes antiguos. Consiste en mantener las botellas en cámaras que le aseguren una temperatura entre los 3º y 5º mientras dure su fermentación en botella. “Mi padre trabajó 20 años en una Bodega reconocida en la zona y crecí en ese ambiente”, cuenta Tania.

Su hermano es ingeniero agrónomo y la reunión de esfuerzos que se hace en el seno familiar para producir este vino, “nos permite observar todo el proceso que va a terminar en el espumante”, cuenta la enóloga.

Tania estudió en la Universidad Juan Agustín Maza de Mendoza y junto a Carolina Cristofani son las únicas enólogas nacidas en Cafayate y que trabajan allí. “Sin embargo no describiría al espumante que logramos con demasiadas notas femeninas. Es un caldo versátil. Hemos logrado un producto que se deja beber en cualquier ocasión y que marida muy bien con cualquier plato”, advierte la enóloga. “La idea de la distribución es no llevar al espumante a las góndolas, sino personalizarlo para el consumidor y que pueda tener su propia botella. Cada botella tiene un collar donde se explica el método tradicional de la fabricación”, señala Höy.

Tania se declara “enamorada” de la bodega. “Hacer este espumante es un sueño que desde el 2014 comenzó a hacerse realidad. Mi familia ha invertido mucho esfuerzo y aunque hemos sacado solamente 4.000 botellas, las que pudimos compartir nos muestran que gustan mucho a la gente. También hemos recibido apoyo del Instituto Nacional de Vitivinicultura. Pero sobre todo es fundamental el impulso de mi padre y todo el conocimiento que tiene sobre la uva y el proceso de vinificación. Sin él, hubiera sido imposible llegar a un producto como éste”, confiesa.